No hay preguntas tontas. 'La vida según Philomena Cunk'
Interpretada con exquisito desparpajo por Diane Morgan, nos lleva desde el Big Bang hasta la inteligencia artificial de nuestros días a base de preguntas

¡Ah, Philomena Cunk! Ese prodigio de la humanidad que ha encontrado el delicado equilibrio entre parecer una idiota absoluta y hacer las preguntas más incómodas de la existencia. El nuevo especial de una hora 'La vida según Philomena Cunk' en Netflix es una sátira ... ácida que busca la respuesta a la pregunta, perdón, La Pregunta, con mayúsculas: ¿cuál es el sentido de la vida?
Cunk, interpretada con exquisito desparpajo por Diane Morgan nos lleva desde el Big Bang hasta la inteligencia artificial de nuestros días a base de preguntas. Sus entrevistas con expertos de talla mundial son ingenio en su más pura expresión. Los académicos, con cara de estar entre el desconcierto y la paciencia infinita, intentan mantener la compostura mientras responden a barbaridades como «¿qué porcentaje de humanos posee un esqueleto?» o «¿tiene Dios un hermano llamado Simon?».
El mayor mérito de este especial radica en su habilidad para generar incomodidad. Philomena Cunk no tiene miedo a parecer ignorante porque lo es. Pero su ignorancia es un espejo en el que el espectador ve reflejada su propia fragilidad intelectual. Entre carcajadas, uno piensa: «Espera, ¿yo también tenía esa duda?». 'La vida según Philomena Cunk' no se limita al chiste fácil. Cada comentario o pregunta absurda está estratégicamente diseñada para llevarnos a reflexionar sobre la vida, la muerte y, por ejemplo, «¿cuántos diez mandamientos entregó Dios a Moisés?».
El ritmo es impecable con la estructura y nivel de producción de un documental serio, música orquestal y tomas aéreas sobre espectaculares paisajes que dan la sensación de que vamos a aprender algo profundo. Spoiler: no vamos a aprender nada útil, pero sí vamos a reírnos como si estuviéramos en una clase de historia impartida por los Monty Python. Sin ir más lejos los Monty Python también intentaron dar respuesta a estas preguntas en 'El sentido de la vida'. No se la pierdan.
Demasiadas risas, poca trascendencia
Si hay algo que reprocharle a 'La vida según Philomena Cunk', es que, al final, se queda en la superficie. Aunque hay momentos de reflexión sutiles, este especial no se decide nunca a ir más allá del gag. Está perfectamente diseñada para que termines con una sonrisa, pero sin un cambio de perspectiva que te haga replantearte tu existencia.
La introducción de dos sketches cómicos que interrumpen el falso documental rompe la inmersión de forma excesiva, aunque lo compensa con la vuelta de las tradicionales anécdotas de Cunk sobre su amigo Paul. Todos estamos preocupados por su amigo Paul.
Dicho esto, no todas las series tienen que cambiar el mundo. A veces, basta con señalar lo absurdo de la condición humana mientras nos reímos de nuestras propias contradicciones, vemos una tórrida escena de sexo entre Edward Hubble y su mujer Grace narrada por Cunk o admitimos que, a pesar de su genialidad, Van Gogh pintaba regular. Philomena dixit.
¿Recomendaría verla? Absolutamente. Especialmente en versión original ya que la traducción de algunos de los chistes y dobles sentidos deja mucho que desear en castellano.
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